MIAMI 12 DE ENERO DE 2016, nhr.com— El primer grupo de cubanos varados en Costa Rica desde noviembre, sale en vuelo charter hoy martes 12 de enero. Es un vuelo de prueba que los ayudará a atravesar, vía aérea, por El Salvador y Guatemala y que contempla los recorridos en bus hasta México. El vuelo lo ofrecerá la empresa Avianca y será una prueba dentro del plan piloto negociado con los demás países centroamericanos, para resolver la crisis migratoria cubana; con excepción de Nicaragua).
Pero hoy queremos traerle la historia de una cubana y su esposo que decidieron adelantarse y transitar por las selvas centroamericana, siendo abandonadas por los coyotes y finalmente lograron llegar a Miami, tal como se lo conto Irina Campo al Diario La Nacion de Costa Rica.
El 9 de diciembre se internaron en la montaña junto a otros 125 cubanos; el coyote los abandonó a su suerte y solo la ayuda que encontraron en el camino les permitió llegar a su destino. El viaje había iniciado el 8 de julio, en Ecuador.
Actualmente, están en Miami, Florida, a la espera de los permisos necesarios para iniciar su nueva vida. Ella, como ingeniera en informática; él, como joyero.
Irina Campo y Yassier García iniciaron su travesía hacia los Estados Unidos el 8 de julio de 2015.
Ese día salieron de Cuba hacia Ecuador en busca de más libertad para realizar sus sueños: ella, como ingeniera en informática; él, como especialista en joyería.
En su caminata estuvieron varados un mes en Costa Rica, tras el cierre de la frontera con Nicaragua.
Mientras se decidía el destino de casi 6.000 cubanos que quedaron en territorio tico, ellos y 123 cubanos más pusieron sus vidas en manos de coyotes (traficantes que ayudan a personas a cruzar ilegalmente territorios) para seguir su camino.
Abandonados por estas mafias en montañas nicaragüenses, sin dinero y escasas fuerzas para continuar, finalmente llegaron a su destino el 2 de enero.
Este es un relato escrito por Irina para el Diario La Nación de Costa Rica.
Ellos se encuentran actualmente en Miami, Florida.
Inicio de la travesía. “Salimos de Cuba el 8 de julio buscando una mejor vida en Ecuador.
“Pasamos tres meses en ese país y nos dimos cuenta de que ahí no estaba nuestro futuro. Ese país no es para levantarse como nosotros queríamos. Además de que sentimos que odian a los cubanos.
“Decidimos irnos para Estados Unidos pero no contábamos con mucho dinero. No quedaba de otra; había que salir. Se acercaba diciembre y comentaban que la frontera de México cerraba y que se acabaría la Ley de Ajuste Cubano”.
(Esta ley y la política de “pies secos, pies mojados” permiten a los isleños solicitar la residencia permanente en Estados Unidos un año después de su ingreso por tierra. A quienes interceptan por mar los devuelven a la isla. Esta ley está vigente desde 1966).
“Nos preocupamos mucho. Entonces salimos el 30 de octubre de Ecuador hacia los Estados Unidos.
“Fuimos pasando todos los países. Hasta el que pensábamos que iba a ser el más peligroso y complicado, que era Colombia, lo pasamos rapidísimo y sin problemas.
“Las dificultades comenzaron cuado llegamos a Costa Rica. Ahí, tras haber pasado 7 días en Paso Canoas (frontera con Panamá, al sur del país), no nos dejaron continuar.
“Después de tanto sacrificio de muchos cubanos, de gritar y hacer huelgas nos dejaron continuar a Peñas Blancas (frontera norte, colindante con Nicaragua). Aquí pasamos un mes esperando porque Nicaragua nos había cerrado la frontera.
(El 15 de noviembre, soldados nicaragüenses detienen el paso de cubanos por su territorio con gases lacrimógenos. Ese día, el gobierno de Nicaragua acusó a Costa Rica de causar una crisis humanitaria en Centroamerica al dar visas extraordinarias de tránsito a más de 1.500 migrantes cubanos en su travesía hacia suelo norteamericano. Se inicia la crisis de los cubanos).
“Ese mes nos la pasamos pidiendo limosna, no por gusto ni por placer sino por necesidad para poder comer y mantener el poco dinero con el que contábamos para llegar a Estados Unidos a salvo.
“Tuvimos que hacer eso. Estamos agradecidos con todas las personas que, de una forma u otra, colaboraron con todos nosotros. Los que no nos podían ayudar con dinero nos daban algo de comer; todo dentro de sus posibilidades.
“Ahí, entre la espera de una solución de martes en martes, pasó todo un mes hasta que, cansados de esperar, decidimos irnos por el monte.
(Cada martes, desde el 15 de noviembre, los cubanos en Peñas Blancas y en los albergues que se comenzaron a abrir en los cantones de La Cruz y Liberia, esperaban noticias de la cancillería costarricense sobre las negociaciones para permitirles continuar su travesía. La tarde noche del 9 de diciembre se supo que Belice y Guatemala también decidieron cerrar sus fronteras).
“(Salir) fue una decisión que tomamos con mucha cautela ya que muchas personas que conocíamos salían por la noche y los traían por la mañana llenos de fango porque no habían logrado pasar. A otros los cogían en el monte, los asaltaban y les quitaban todo.
“Salimos el 9 de diciembre, por la noche. Por recomendación de nuestros amigos que ya estaban en Estados Unidos, nosotros hicimos contacto con la famosa Arelys.
“Ella ya había sacado unos cuantos grupos por el monte y todos, como decimos los cubanos, ya habían coronado.
Huída. “El día que decidimos irnos con esa mujer, que nos gustó mucho y nos inspiró confianza, ese día salieron 125 personas para el monte.
“Caminábamos de noche y de día descansábamos. Así nos metimos cuatro días. Al cuarto día, nos tenía que recoger un camión para llevarnos a una finca.
“Entre las personas cansadas, había una señora mayor que decía que no podía más. Había una mamá con una niña pequeña, un señor que del cansancio le dieron ataques epilépticos y así continuamos y no dejábamos a nadie abandonado.
“El día que llegó el camión, surgió la noticia de que en el camión no cabíamos todos, solo 70 y el camión nos dejaba en una finca. De ahí, nos llevarían a Honduras.
“Al fin se llevaron a los primeros 70 y nunca nos vinieron a buscar. Pasaron dos días y decían que iba a venir una buseta que nunca llegó.
“Pasaron los días y nos enteramos que a los que se habían llevado cuando llegaron a la finca les quitaron $300 y les mandaron una pandilla a asaltarlos.
“Después de eso, nuestros coyotes nos dejaron botados.
(Irina calcula que perdieron $1.800 pagando a coyotes entre Costa Rica y Honduras).
“Yo tenía ataques de asma todas las noches de la humedad de los montes y el sereno de las noches.
“El grupo se desintegró en el monte. Nosotros dormíamos donde nos cogiera la noche, tomando agua de río y viendo todo tipo de animal hasta que nos cansamos y salimos a entregarnos a los guardias de Nicaragua para que nos regresaran a Costa Rica.
“Caminando y caminando nadie nos encontraba. Dios estaba con nosotros y quería que continuáramos.
“Así, perdidos y cansados, nos encontró un señor y nos llevó a casa de una prima, todas personas muy humildes y con muchas necesidades, pero aun así cuando llegamos nos mataron dos gallinas y nos dieron de comer.
“Dormíamos en el platanal de su casa. Preparábamos cama con las hojas secas de los plátanos hasta que, al segundo día de estar ahí, nos regresaron las esperanzas de nuevo: nos sacaron de aquel monte que me trae tan malos recuerdos.
“Cuando salimos del monte, como siempre caminando de noche, ya afuera nos sentíamos coronados.
Destino final. “Para atravesar Guatemala, tuvimos que escondernos en una casa donde no se podía ni hablar.
“Me enteré de que se me había muerto una tía hermana de mi papá que vivió junto a mí desde que nací, y no pude ni siquiera llamar a Cuba.
“El 31 de diciembre, a las 7 a. m., entramos a Tapachula, México. A las 12:30, más o menos, ya teníamos el salvoconducto o el papel que nos permitía tener diez días para atravesar México.
“Ya después de ahí el camino fue más fácil y rápido hasta que llegamos a los Estados Unidos, el 2 de enero.
“Estamos en Miami, Florida, haciendo los papeles para el permiso de trabajo.
“Sobrevivimos gracias a los familiares y amigos que nos han ayudado desde que comenzamos la travesía.
“Por fin, logré lo que pensé que no podía: llegué a Estados Unidos para mi cumpleaños, el 4 de enero.
“Hubiera sido el mejor de mi vida si tuviera a mi familia conmigo, pero algún día los tendré a mi lado”.