MIAMI 15 DE NOVIEMBRE DE 2018, nhr.com—Cientos de migrantes centroamericanos que viajan en caravana llegaron el miércoles a la ciudad de Tijuana y vieron de primera mano la fuerte presencia militar fronteriza enviada por el presidente estadounidense Donald Trump.
Mientras iban llegando, un grupo de migrantes pertenecientes a la comunidad gay (LGTB) no fue bien recibida en Tijuana se enfrentó a vecinos quienes rechazaron la presencia de ellos en esa ciudad.
“Estamos incomodos, porque la autoridad no nos consideró, aquí tenemos un presidente de gobierno local, el tenia que avisarnos de que esta gente llegarían”, dijo una señora residente de Tijuana que parecia ser la líder del movimiento de vecinos contra los migrantes.
Por su parte los recién llegados descaradamente atacaron al presidente Donald Trump por el despliegue de tropas en la frontera.
“Nosotros lo que le decimos al presidente que ese país no es del, y nosotros tenemos el derecho de buscar mejor vida allí”.
Los migrantes descendieron de autobuses y acudieron a un refugio en el lado mexicano cerca de la frontera, formándose para comer.
Los médicos atendieron a quienes sufren de resfriados y otros padecimientos mientras que varios otros migrantes, en su mayoría hombres solteros, pasaron la noche en una playa de Tijuana dividida por una enorme barrera de metal.
Varios agentes de la Patrulla Fronteriza en San Diego los observaban entre los barrotes que dividen a ambos países.
Las tropas estadounidenses, armadas con ametralladoras, estaban cerca de los agentes a un costado del nuevo alambrado de púas colocado en un tramo de la barrera.
La primera oleada de migrantes en la caravana, que se convirtió en tema central de las recientes elecciones legislativas en Estados Unidos, comenzó a llegar en los últimos días a Tijuana, y su número aumenta a diario.
Aparentemente la mayor parte de la caravana se encuentra a unos 1.800 kilómetros (1.100 millas) de la frontera, pero recientemente ha avanzado varios cientos de kilómetros diarios con viajes a dedo en camiones y autobuses.
Muchos de los recién llegados aguardaban en Tijuana a dar el siguiente paso para ingresar a Estados Unidos, ya sea cruzando ilegalmente o solicitando asilo en un puerto de entrada.
En tanto, el secretario de Defensa estadounidense Jim Mattis visitó a las tropas emplazadas junto a la frontera en Texas y dijo que su despliegue les proporciona un buen entrenamiento para una guerra, a pesar de las críticas de que es un desperdicio del dinero de los contribuyentes y una maniobra política.
La mayoría de las tropas se encuentran en Texas, a más de 2.400 kilómetros (1.500 millas) del lugar al que la caravana está llegando.
Los primeros en arribar a Tijuana recibieron una cálida bienvenida, a pesar de que su sistema de refugios está saturado.
El secretario de desarrollo económico de la ciudad dijo que existen unos 3.000 empleos para los migrantes que quieran permanecer allí. Algunos residentes de la ciudad llegaron al lugar donde los hombres acampaban en la playa y les dieron tacos.
Los centroamericanos en la caravana son los migrantes más recientes en llegar a Tijuana con la esperanza de cruzar hacia Estados Unidos.
En 2016, los refugios de la ciudad albergaron a los miles de haitianos que arribaron desde Brasil con planes de ingresar a territorio estadounidense.
Desde entonces, varios miles de haitianos han permanecido en Tijuana y encontraron trabajo.
Algunos de ellos se casaron con residentes locales y se inscribieron en las universidades de la ciudad. Josué Vargas, un inmigrante hondureño que finalmente llegó a Tijuana, dijo que México ha sido excelente y él no tiene quejas, pero agregó que está por ver cómo les va en Estados Unidos. El hondureño
Douglas Matute, de 38 años, indicó que llegó el miércoles en un convoy de nueve autobuses.
Matute, quien se integró al contingente con su hermano para huir de la violencia y la pobreza, dijo que escuchó rumores de que Canadá y algunos países europeos ofrecerían visas de trabajo, y señaló que aún mantiene la esperanza de que el Congreso de Estados Unidos despeje el camino para que él pueda ingresar legalmente al país.
Hasta que exista un panorama más claro, dijo que permanecerá en Tijuana y no intentará cruzar ilegalmente la frontera.
Unas cuántas personas instalaron tiendas de campaña en una plazuela de Playas de Tijuana, como el hondureño Henry Salinas, de 30 años de edad, quien planeaba dormir al aire libre en el lugar.
Dijo que pretendía aguardar a que llegara el grueso de la caravana y que esperaba brincar en grupo el muro fronterizo, superando en número a los agentes de la Patrulla Fronteriza. “Son todos contra uno, uno contra todos.
“Toda Centroamérica contra uno, uno contra toda Centroamérica… Todos contra Trump, Trump contra todos”, declaró.
Alrededor de una veintena de migrantes escaló la cerca de acero el martes para celebrar su llegada, con cantos de “¡Sí se pudo!”.
Uno de los hombres cayó brevemente al lado estadounidense ante la mirada de los agentes fronterizos. Corrió rápidamente de regreso a la cerca.
César Palencia Chávez, jefe de servicios de migración en Tijuana, dijo que las autoridades ofrecieron llevar a los migrantes a albergues inmediatamente, pero que éstos los rechazaron porque querían seguir juntos y los albergues solamente pueden recibir a grupos de entre 30 y 40.
Pero agregó que tras visitar la frontera, la mayoría aceptaron ser llevados a los albergues.
Autobuses y camiones llevaron a algunos migrantes el miércoles al estado de Sinaloa junto al Golfo de California y más al norte al estado fronterizo de Sonora.
El padre Miguel Ángel Soto, director de la Casa del Migrante en Culiacán, Sinaloa, dijo que unos 2.000 migrantes han llegado al área. Indicó que el gobierno del estado, la Iglesia católica y funcionarios de la ciudad de Escuinapa en Sinaloa están ayudando a los migrantes.
El sacerdote dijo que la iglesia había podido conseguir que “buenas personas” proveyesen autobuses para transportar a los migrantes al norte. Indicó que hasta el momento 24 autobuses habían salido de Escuinapa hacia Navojoa, en Sonora. Grupos menores fueron reportados en las norteñas ciudades de Saltillo y Monterrey, en la región cercana a Texas.
Unos 1.300 migrantes en una segunda caravana estaban descansando en un estadio en la Ciudad de México, donde el primer grupo se quedó varios días la semana previa.
En las primeras horas del miércoles, unos 1.100 migrantes adicionales de un tercer contingente también llegaron al estadio. Al igual que la mayoría de los miembros en la tercera caravana, Javier Pineda es originario de El Salvador y tiene la esperanza de llegar a Estados Unidos.
En referencia al primer grupo que se aproxima al final de su travesía, Pineda dijo: “Si ellos pudieron, nosotros también”.
México ha ofrecido refugio, asilo y visas de trabajo a los migrantes, y el lunes su gobierno informó que otorgó 2.697 visas temporales a individuos y familias, brindándoles cobertura durante el proceso de solicitud de 45 días en un intento por obtener un estatus de mayor permanencia.
Alrededor de 533 migrantes solicitaron un regreso voluntario a sus países, reportó el gobierno.