MIAMI 27 DE ENERO DE 2022, NHR.COM— Un despliegue de policías, militares y agentes de civil en motos Suzuki, más un vehículo de Criminalística, se congregó este miércoles en la calle General Serrano, casi esquina con Vía Blanca, en Santos Suárez, La Habana, pero no era por ningún crimen de sangre: allí ha aparecido la última de las pintadas contra el presidente designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, según informa esta mañana la plataforma digital 14 y medio.
“Parece que han matado a alguien”, decía con sorna un vecino del lugar, mientras un grupo de funcionarios con batas blancas se afanaban ante la pared, que decía en letras gigantescas: “Abajo Canel singao”. “Supongo que estarán recogiendo huellas, porque otra cosa no puede estar haciendo ahí”, continuaba el hombre, mirando atónito todo el despliegue.
Los carteles con frases contra el gobierno, y especialmente contra Díaz-Canel, cada vez son más frecuentes en las calles cubanas. No pasa un día sin que el gobernante cubano sea blanco de un meme, una burla, algún chiste o una pintada, algo impensable cuando las nuevas tecnologías no habían llegado a la Isla y el terror que infundía Fidel Castro disuadía a tantos de garabatear un muro con su nombre.
El lugar elegido para este grafiti no puede ser más simbólico. Conocido popularmente como “el Malecón sin agua”, el muro separa a la concurrida Vía Blanca de las viviendas más próximas, pero además traza una frontera bien marcada entre barrios muy pobres, como El Canal, y otros con mayor poder adquisitivo, al estilo de Santos Suárez.
Algunos vecinos y conductores que pasaron por el lugar publicaron imágenes en redes sociales en las que se ve todo un equipo de criminalística fotografiando y tratando de obtener huellas alrededor del cartel, una acción que ha azuzado las críticas en una ciudad marcada por los robos y asaltos que en su mayoría nunca se investigan o no se captura a los perpetradores.
Las alusiones a programas televisivos como CSI y su copia oficial cubana, Tras la huella, no faltaron entre los internautas, que también ironizaron sobre la presencia en el lugar de un camión cisterna con agua para ayudar a las labores de limpieza y retirado de las letras, en medio de una ciudad donde el suministro de agua es un dolor de cabeza para cientos de miles de habitantes.
A los transeúntes les llamó especialmente la atención el tamaño de la pintada. Con letras de más de un metro de alto, algo que implica un valor adicional para los autores, que seguro debieron pasar más tiempo en el área para concluir su faena, un trabajo que la falta de alumbrado público que caracteriza el lugar debió de facilitar.