MIAMI 24 DE ENERO DE 2019,—El pueblo le gritaba “¡ju-ra-mento, ju-ra-mento!”, y el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, después de un breve discurso, dio el paso y se juramentó como “presidente encargado” de la República de Venezuela, que este jueves amanece con dos gobernantes.
Sin banda presidencial, pero rodeado de cientos de miles de personas que salieron a las calles de Caracas, primero dijo: “Para que no quede ninguna duda, hoy doy el paso con ustedes, levantemos la mano derecha”, y se escuchó un estruendo impresionante.
“Hoy, 23 de enero de 2019, en mi condición de presidente de la Asamblea Nacional, invocando los artículos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tomo ante Dios todopoderoso, Venezuela, el respeto a mis colegas diputados, juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como Presidente encargado de Venezuela, para lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres”.
Su juramentación, el reconocimiento posterior del gobierno de Estados Unidos, y luego la cascada de otros ejecutivos de la región que marcan un antes y un después en la historia venezolana reciente, pero llenan al país de incertidumbre, pues en un mismo país conviven un presidente con todo el poder y el respaldo de la Fuerza Armada Nacional y de las instituciones chavistas, pero con un menguante apoyo popular, y otro, con amplio reconocimiento internacional, con creciente apoyo popular, pero sin ningún poder.
Como apuntan algunos analistas: uno sin legitimidad, pero con poder real de fuego. Y otro legítimo, pero sin mecha.
A esto se sumó una declaración de la Unión Europea que manifiesta su apoyo a la Asamblea Nacional, pide abrir un proceso que lleve a elecciones libres, pero no reconoce explícitamente a Guaidó.
Aquel es el objetivo. Basados en el apoyo popular evidenciado en las marchas de este miércoles, en el reconocimiento internacional y en la legitimidad que tiene la Asamblea Nacional por la transparencia de su elección en el 2015, ir hacia un escenario de elecciones libres en el menor de los plazos.
Pero todo eso dependerá de la suerte de Guaidó. ¿Hasta dónde podrá llegar? “Estamos en una situación que muchos teóricos de las revoluciones llaman ‘deber de soberanía’”, dice el analista venezolano Luis Salamanca.
“Es la posibilidad de que haya dos personas que reclaman la soberanía en el territorio. Si la oposición da este paso, deben tener el apoyo militar, o por lo menos crear una reacción militar favorable que produzca una fractura.
Si Guaidó logra esto, es posible un cierre dictatorial definitivo; pero si no: cierran la Asamblea, detienen a Guaidó y proceden a detener masivamente a los opositores, que es el paso que le queda por dar a Maduro, él no puede permitir que haya un presidente paralelo”.