MIAMI 14 DE SEPTIEMBRE DE 2015, nhr.com–Las leyendas callejeras cuentan que tras su primer fuga, en enero de 2001, el narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán acostumbró buscar refugio en haciendas del occidente de Honduras, cerca de la frontera con Guatemala, para esconderse de la implacable persecución internacional en su contra y disfrutar con famosos artistas de la más variada música regional de México, en orgías con sus socios hondureños y guatemaltecos, para las que contrató a bellas y jóvenes mujeres centroamericanas.
Pero más allá de las coloridas historietas que mezclan poder, hedonismo, opulencia, ostentación, derroche, jolgorio y excentricidad, la información dura de inteligencia policial exhibe otra realidad.
Pese a que “El Chapo” sí habría visitado Honduras y Guatemala en esporádicas ocasiones —tres o cuatro veces y sin ninguna prueba documental— en su permanente huida de la cacería policiaca y militar dentro y fuera de México, sus viajes a suelo hondureño, procedente de territorio guatemalteco, tampoco tuvieron un objetivo primario de frivolidad o banalidad.
Como uno de los máximos jerarcas del crimen organizado transnacional, Guzmán Loera llegó a Honduras a “dar directrices” y a “ordenar” a sus asociados mafiosos regionales para que solucionaran sus diferencias, evitaran los choques y altercados violentos, y cedieran para concentrarse en la aspiración básica como cártel: que la operación de transporte, contrabando, almacenamiento y reexportación de drogas, “lavado” de dinero y control de territorios en complicidad con estratos estatales de seguridad y justicia, fluyeran sin obstáculos.
La información fue obtenida con fuentes de alto rango de los aparatos hondureños de seguridad y es conocida por la estación en este país de la DEA —la agencia antidroga de Estados Unidos—, en una investigación de sobre el rastro en Honduras de “El Chapo”, protagonista en julio de este año de una segunda fuga de una prisión de máxima seguridad. “Si alguna vez se movió hasta Centroamérica fue para un negocio, no para fiestas; es para tomar decisiones corporativas”, precisó una de las fuentes.
Múltiples versiones que surgieron —en especial después de 2006— ubicaron a Guzmán Loera en festejos y bacanales privados en el occidente de Honduras y en el oriente de Guatemala, por lo que las autoridades de ambos países adujeron que aunque existían esos datos en el rango del rumor admitieron que tampoco obtuvieron un recuento verídico y certero para confirmarlos.
Entre otros hechos, el seguimiento de la huella de Joaquín “El Chapo” Guzmán en Honduras arrojó las siguientes pistas de la narcoactividad y su penetración política: En el último trimestre de 2012, “El Chapo” envió a un emisario de alto rango a Honduras, para que se reuniera con un selecto grupo de dirigentes políticos en una hacienda en el departamento de Colón (nororiente).
En la cita participó el hondureño David Leonel Rivera Maradiaga, uno de los líderes del cártel de “Los Cachiros”, quien opera en esa region.