MIAMI 8 DE ENERO DE 2016, nhr.com–Fue una de las promesas que hizo Obama antes de llegar a la Casa Blanca en 2008 y a apenas un año de que acaben sus 8 años de mandato (tras una reelección) sigue siendo su mayor espina clavada. El tiempo se agota y la prisión de Guantánamo continúa abierta y funcionando, pese a los intentos del presidente de clausurarla de una vez por todas. Su administración hasta el momento no ha encontrado la forma de lograrlo y la última tentativa se ha quedado en el alero por ser demasiado cara, tal y como cuenta The Wall Street Journal.
Y es que el Departamento de Defensa elaboró un plan que envió a la Casa Blanca recientemente y que podría permitir el fin de la cárcel situada en la provincia de Guantánamo (Cuba). ¿El problema? El coste porque contemplaba que era necesario un gasto de unos 600 millones de dólares; 330 irían destinados a la construcción de una nueva prisión en territorio estadounidense, mientras que el resto serían necesarios para pagar el coste que es necesario para mantener un recinto así al año.
No hay que olvidar que Guantánamo cuesta más, unos 337 millones, por lo que la inversión inicial sería superior por la nueva sede, pero a la larga supondría un importantísimo ahorro anual.
No ha sido el único intento de Obama porque ya en el pasado se ha tenido que enfrentar al rechazo frontal de los republicanos, que se oponen al cierre. Además del asunto pecuniario que ya hemos podido comprobar que es espinoso, también está el hecho de qué hacer con esos presos peligrosos que están en una cárcel de máxima seguridad como Guantánamo.
El Congreso se niega al traslado a otras prisiones estadounidenses y la opción de la transferencia a terceros países está ahí, pero no parece muy probable, pese a que en el pasado ya ha ocurrido. Por ejemplo, el expresidente uruguayo, José Mújica, confirmó en el programa Salvados de Jordi Évole, que su Gobierno había admitido algunos reclusos de esta prisión con el fin de que termine cerrándose.
Pero no parece un escenario probable que muchos otros países acepten en sus fronteras y presidios a aquellos criminales que Estados Unidos no quiere en su país.