• Ha roto los moldes de objetividad y ética en el trato a candidatos

MIAMI, 5 DE MAYO DE 2011, nhr.com—Llama la atención y es comentario de la calle el seguimiento que The Miami Herald le está brindando a las elecciones para la alcaldía del Condado Miami-Dade. Lo que tiene a la gente comentando es la constante crítica que bajo la sombra de noticia le hace a uno de los candidatos: el actual alcalde de Hialeah, Julio Robaina. Cuando se hace periodismo serio. ético y honesto, esa tarea es aceptable y hasta necesaria, siempre y cuando si se trata de noticia se cubran todos los renglones que tengan relación con el hecho o los hechos.

En el caso de Robaina, The Miami Herald muestra ensañamiento. En primer lugar, se empeña en publicar articulos envueltos en papel de noticia, temas que esconden crítica negativa solamente contra ese candidato. Involucrarlo en el caso de Felipito, el joyero de Hialeah que cayó preso por timar a quienes lo creían amigo y honrado ha sido un asunto más que explotado por ese diario de habla inglesa. Lo que pudo ser noticia se convirtió en varios comentarios típicos de barraje de acción propagandística contra ese candidato particularmente. Caso omiso se le ha dado a las declaraciones de Robaina y además se ha querido ignorar otros nombres involucrados en la larga lista de timados por el una vez personaje muy estimado en esa ciudad.

Después del tema de Felipito, el periódico se ha zambullido en otros asuntos que bien exagerados pueden hacerle daño al candidato. Lo último, el caso de las maquinitas. Maquinitas tragamonedas instaladas en varios comercios de Hialeah, también en Miami, y el condado y  por las que los comerciantes pagan una cuota  por la licencia que necesitan para tener esas maquinitas. Y The Miami Herald, en blanco y negro se empeña en sacarlas a relucir como pecado del alcalde Robaina y ligarlas con mafia. Pero lo que no hace The Miami Herald es investigar a fondo si efectivamente puede afirmar que esas maquinitas son ilegales. Ya en 1993 en la corte de Miami se produjo un veredicto declarando que la ilegalidad solamente podría señalarse si se descubría al dueño de la maquinita pagándole al jugador que hubiera ganado algo jugando en esa maquinita. La cuestión le costó millones de dólares a la ciudad de Miami por haber incautado más de 300 maquinitas.

The Miami Herald tiene todo su derecho en apoyar a cualquier candidato para cualquier cargo público. Es más, acostumbra hacerlo a través de editoriales. Ahora bien, en cuestión de informar, de divulgar hechos, el periodismo exige ética y objetividad. Debe preguntársele, entonces a Carlos Giménez, por ejemplo, su opinión sobre las máquinas tragamonedas en varios minicasinos del condado del cual ha venido siendo comisionado por un buen rato. También podría dirigirse a Marcelo Llorente, que ha sido representante estatal y podría darles luz sobre cómo trata la ley estatal lo de las máquinas de juego y las diferencias entre las que se usan y cómo se operan en los casinos dela Florida, y las que se encuentran en comercios privados para entretenimiento del público. Sobre todo, un diario tan grande y poderoso podría llegar al fondo del tema, indagando sobre el dictamen de la corte de 1993 y sobre cuándo y cómo la fiscalía estatal puede intervenir para levantar cargos contra el comerciante que tenga instalada alguna maquinita en su negocio. Entonces, en vez de crítica recibiría aplausos.